¿ QUÉ VAMOS A HACER AHORA?
La desdeñada piedra,
la manzana dorada,
la frugal cena en la campiña;
todo se fue a quién sabe dónde,
a un punto perdido de la vida,
por no sé cuántas razones convincentes.
¿Y los pobre qué?
La solitaria boca repleta de oraciones,
de cánticos lúgubres,
de caminos bajo las lluvias.
¿Acaso no tengo derecho
a reposar mis huesos
en mi lecho de estrellas,
en mi concierto de flores,
una eternidad siquiera?
Lejos de los tropeles mutantes,
de hombres que no son hombres,
de mujeres que no son mujeres,
de niños que matan con violencia,
de viejos que desean niños,
de saurios monstruosos
que depredaron la primavera
sepultándola en arenales sucios,
donde ahora los cuerpos marchitos
se desprenden de las piedras,
en los espacios sombríos,
donde los ritos ofrendaron
la sangre de las alondras.
¿Qué vamos a hacer ahora,
enrejar las puertas,
sellar las ventanas?
¿Y por cuál poro respiramos,
en qué lugar puedo encontrarte?
¿Puedo acaso verte reflejado
en esas almas cancerosas?
¿Acaso esos infinitos espacios
están moviéndose a la deriva
y tú ya estuviste y te marchaste
para siempre?
¿Acaso esta piedra cósmica
ha rebotado en tu frente?
Ahora quiero ser un punto luminoso
que se mueve a velocidades fantásticas.
Sígueme si puedes,
tienen que crecerte poderosos impulsores
en las costillas;
bésame si quieres,
porque estoy convertido en el color
que más prefieres y
sumergido en tus pupilas escapo,
me escabullo de la marea roja de la tierra,
de la sinuosa espera,
en la pedregosa comarca.
¿Quién sabe dónde está el límite
o cuán derrotado quedará
el pensamiento o la palabra?
Pero sobre todo esto,
no creo en escritorios circulares;
creo en océanos de palabras
donde a cada golpe de roca
los versos espuman el rostro
del que contempla.
(Año 2002. pág. 21-22. Poemas a los valores extintos y otros...)
